“¿Cómo quiere que lo arregle?”: la respuesta de Milei ante la crisis del bolsillo argentino

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En una reciente entrevista con Eduardo Feinmann, el presidente Javier Milei fue interpelado sobre la dramática situación económica de millones de argentinos que “no llegan a fin de mes”. Su respuesta —“¿Cómo quiere que lo arregle?”— generó fuertes repercusiones y plantea preguntas sobre las herramientas reales del gobierno frente a la emergencia social.


El momento del cruce

Durante la charla, Feinmann le planteó al mandatario que “el 80 % apenas si puede llegar a fin de mes y el 60-70 % llega al día 20”. Frente a esa afirmación, Milei respondió con contundencia:

“¿A ver, cómo quiere que lo arregle? ¿Cómo le pongo plata a la gente?”

El presidente rechazó de plano las medidas que él denomina “atajos” para paliar la crisis, y enumeró algunas de las herramientas que descarta utilizar:

  1. Emitir dinero: interrogado sobre la posibilidad de “imprimir plata”, respondió: “¿Quiere que haga como el kirchnerismo?” Afirmó que eso sólo generaría inflación y distorsiones adversas, agravando el problema.

  2. Tomar deuda: explicó que Argentina tiene los mercados de capital cerrados y que recurrir al endeudamiento sería “financiar la fiesta de hoy con el trabajo de las generaciones futuras”.

  3. Subir impuestos: sostuvo que aumentar la presión fiscal desincentivaría la inversión y dañaría la creación de empleo: “Si usted destruye la inversión, no se van a generar puestos de trabajo”.

Al ser consultado sobre “hasta cuándo la gente tiene que bancarse esta situación”, vinculó la solución con la estabilidad política y la confianza de los mercados. “En la medida que se despeje el riesgo político, va a bajar el riesgo país y eso va a producir una fuerte expansión de la economía con muchas inversiones”, afirmó.

Para sostener su relato, mencionó inversiones o compromisos financieros como los 20.000 millones de dólares de RIGI aprobados, los 60.000 millones pendientes, los 25.000 millones de OpenAI y los 30.000 millones de YPF-ENI. “Con lo cual está ocurriendo, no es que no está ocurriendo”, dijo.

Análisis político: discurso, contradicciones y desafíos

El intercambio expuso una tensión central: el gobierno rechaza medidas consideradas “populistas” o de alivio rápido, argumentando que podrían generar efectos secundarios peores. Pero el público, mientras tanto, ve cómo sus ingresos no alcanzan para cubrir lo básico.

Esto abre un flanco importante para los opositores y para la opinión pública: ¿cómo se articula un plan de recuperación que no recurra a atajos, pero que al mismo tiempo brinde alivio real hoy?

Las inversiones que menciona Milei pueden dar señales positivas hacia el exterior, pero el desafío será que esas promesas se concreten en proyectos que generen empleo genuino, ingresos reales y mejora en el poder de compra.

Además, el grado de aceptación social de su discurso —que rechaza “imprimir dinero”, “endeudarse” o “subir impuestos”— dependerá de cuánto la gente tolere la espera frente al deterioro de su bienestar cotidiano. En un país acostumbrado a crisis recurrentes, la paciencia social tiene límites.

Comparativas y antecedentes

No es la primera vez que gobiernos convocan al “no atajo” frente a crisis profunda. En las últimas décadas, varias gestiones han advertido que las soluciones rápidas —como emisión masiva o endeudamiento indiscriminado— pueden empeorar la situación a mediano plazo. El problema es que quienes sufren diariamente la crisis no siempre disponen de tiempo para esperar transiciones.

En este sentido, organismos internacionales y consultoras suelen recomendar una combinación de responsabilidad fiscal, estímulos productivos focalizados y redes de protección social temporales. Pero esas medidas requieren recursos, pacto político y capacidad de ejecución, elementos que suelen escasear en contextos de alta polarización.


 

La pregunta que Eduardo Feinmann lanzó al presidente —y que resonó en toda la entrevista— no es retórica: “¿Cómo quiere que lo arregle?” expone la dificultad del Gobierno de mostrar respuestas concretas frente a una crisis de ingresos que empeora día a día. En la retórica de Milei, la solución está en preservar la disciplina macroeconómica y en confiar en que las inversiones externas despejarán el camino. Pero para cientos de miles de argentinos que viven mes a mes con temor, esa promesa necesita transformarse pronto en realidades tangibles. Si no, el silencio o la espera pueden convertirse en lo más caro de todos.